dissabte, 2 d’abril del 2011

La cultura, esa hermana pobre

Ya sabíamos que la cultura aprovecha siempre lo poco que queda del festejo para alimentar sus necesidades. Esto es así en el plano institucional, como lo es en el doméstico.

Cuando se ha cerrado el negocio o se ha terminado la jornada, cuando todos están hartos de todo y necesitan descansar, entonces, a lo mejor, deciden hacer cultura: ir a ver un par de exposiciones; comprar un libro con la sana intención de leerlo -a lo mejor- un día que no tengan nada mejor que hacer; o escuchar música como quien oye llover.

El acordeonista Jordi Comasòlives
¿No tiene arreglo esta manera de funcionar? Yo creo que sí; en la escuela, en casa, en la vida cotidiana. Se trata de vivir la cultura, que no es más que vida inteligente y sensible para resistir la tendencia natural de nuestra sociedad hacia la infraculturización. No sea que alguien pensase o sintiese por su cuenta y se nos desviase del guión.