Con tres palabras de origen fortuito tuve bastante para el
epígrafe para las nueve consciencias de
vint-i-tres elements per
a poema surrealista. Ya sabes, vas por la calle, te viene un
acceso y exclamas:
“¡Murder cadira ambrosio!” Lo apuntas
en un papelito y te lo metes en el bolsillo. Después aparece el
papel cuando andabas buscándole un nombre a las nueve consciencias.
¿Qué más podía desear?